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El programa experimental pide a cualquier usuario que active el servicio que resuelva cinco sencillos problemas matemáticos antes de enviar correos electrónicos entre las diez de la noche y las cuatro de la mañana durante los fines de semana.
Por lo visto, esa franja horaria se corresponde con el lapso de tiempo que transcurre entre la copa número uno y la copa número cuatro, cuando enviar un correo electrónico a una ex pareja o a un compañero de trabajo puede resultar especialmente arriesgado.
Durante años, los jueces han obligado a los conductores que han infringido la ley de alcoholemia a instalar sistemas de análisis del aliento informatizados conectados al sistema de arranque de sus coches para evitar que pongan en marcha sus vehículos cuando están bajo los efectos del alcohol.
Pero en una era en la que gran parte de nuestra rutina de comunicación se lleva a cabo a través de nuestros dedos, ¿nos estamos volviendo tan dependientes de nuestros teclados que realmente necesitamos recurrir al equivalente tecnológico del seguro en las armas de fuego?
Tras varias entrevistas realizadas a personas que confiesan beber y teclear al mismo tiempo -en ocasiones con consecuencias lamentables- parece que la respuesta es sí.
Kate Allen Stukenberg, directora de una revista en Houston, dice que "lo peor de Mail Goggles es que sólo se pueda utilizar con Gmail" porque mucha gente necesita protección en el móvil, dada la extendida práctica de enviar mensajes de texto en estado de embriaguez.
De hecho, el propio servicio Mail Goggles surgió a raíz de la vergüenza. Un ingeniero de Gmail llamado Jon Perlow diseñó el programa después de haber enviado su buena parte de misivas nocturnas lamentables, incluyendo una súplica para retomar una relación con una antigua novia, según cuenta en el blog de Gmail de la empresa.
"Por desgracia, todos hemos pasado por eso", comenta Jeremy Bailenson, director del Laboratorio de Interacción Humana y Virtual de la Universidad de Stanford.
Las denominadas marcaciones ebrias pueden remontarse a la aparición del propio teléfono, pero hoy en día, comenta, el borde del abismo está mucho más cercano en una era en la que la gente lleva a todas partes, incluyendo bares y fiestas, asistentes personales digitales que contienen cientos de números de contacto, lo que incluye a clientes, rivales laborales y jefes.
Y los mensajes de correo electrónico pueden ser especialmente potentes porque constituyen lo que los científicos sociales denominan comunicación "asincrónica". La gente puede responder a mensajes relacionados con su trabajo horas después de haber salido de la oficina; un hecho arriesgado si deciden abrir su correo después de llegar a casa dando tumbos desde el bar.
"Si has perdido completamente las habilidades motoras, probablemente Mail Goggles no sea necesario", comenta en un mensaje de correo electrónico Ryan Doge, un asiduo a los blogs de citas que vive en Brooklyn. "Pero hay un punto peligroso de intoxicación en el que estás lo suficientemente lúcido para manejar el teclado, pero lo suficientemente borracho para creer que declararle tu amor vía Facebook a esa chica de tu clase de primero de Bachillerato es la mejor idea del mundo".
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